Cuando recibí la llamada, que describía a una perra en apuros, corrí al lugar sin saber qué encontrar.
La escena era desgarradora: una perra angustiada yacía en una zanja, respirando con dificultad, con una cuerda cruelmente apretada alrededor de su cuello. Abrumada por la emoción, solo podía imaginar el miedo y el tormento que estaba sintiendo.
La perra reaccionó con desconfianza y agresividad, recelosa ante cualquier acercamiento e intentando huir. Intenté consolarla con palabras amables, pero era evidente que temía sufrir más.
Su agotamiento era evidente; no podía mantenerse en pie, por mucho que lo intentara. Comprendiendo la necesidad de ayuda, contacté con un equipo para que la sujetaran de forma segura con una colchoneta, minimizando así su estrés.

Poco a poco, su respiración se estabilizó, aunque seguía cansada. Para la protección de todos, le colocaron un bozal con cuidado.
La cuerda enredada le había causado una enorme dificultad para respirar. Los profesionales médicos trabajaron con diligencia para mejorar su estado, y poco a poco comenzó a mostrar confianza, aceptando caricias reconfortantes. Las radiografías revelaron una realidad desoladora: su pata y pelvis estaban gravemente fracturadas. Además, estaba lactando, pero sus cachorros no aparecían por ningún lado. La valiosa información de dos granjeros locales nos llevó a un lugar donde se la veía con frecuencia.

Guiados por débiles gemidos, pronto encontramos al primer cachorro, temblando y anhelando a su madre en medio del frío: un descubrimiento verdaderamente desgarrador.
A medida que la perra madre, ahora cariñosamente llamada Blanca, sanaba de sus heridas, su metamorfosis fue increíble. Se convirtió en una perra dulce y hermosa, disfrutando del reencuentro con sus cachorros.
Juntos comenzaron una nueva vida llena de alegría, un contraste marcado con su terrible experiencia anterior. El dedicado equipo médico recibió elogios por ayudarla en su recuperación, que se presume comenzó con una caída accidental en la zanja.

La persona encargada de atar la cuerda permaneció en el anonimato, pero lo más importante era el brillante futuro que les esperaba a Blanca y a sus crías.
Desde entonces, Blanca y sus cachorros han traído una felicidad inconmensurable a nuestro refugio. Verlos prosperar e irradiar alegría fue gratificante.
Sus vidas ahora están llenas de amor y cariño, ofreciéndoles un nuevo comienzo. Agradecemos que nos acompañen en este viaje y esperamos compartir más historias en el futuro.
