Un cachorro, que después fue llamado Yukon, deambulaba por las calles solo y avergonzado, pensando que era el fin de su vida. Pero cuando una mujer lo conoció, todo cambió…
Yukon vagaba de un lugar a otro con la cabeza baja realmente abochornado por su condición. ¿Acaso era su culpa? Pero los humanos le hicieron creer que no era digno de ser amado. En ese punto, era piel y huesos, la mayor parte de su cuerpo estaba lleno de sarna.
Pero en realidad, no era un coyote, era solo un perro triste y moribundo, completamente cerrado esperando el final de su pesadilla. Decir que estaba en mal estado era quedarse corto.
Afortunadamente, un ángel apareció en su vida y lo vio con ojos de amor dejando a un lado su apariencia.
Exhausto y con un delicado estado de salud, el dulce perrito se tendió en los brazos de su rescatista, sabía que estaba en buenas manos, así que era cuestión de tiempo para que se empezara a recuperar.
A pesar de haber sufrido mucho en las calles, reveló ser un perrito muy dulce y juguetón.
Dulcemente acariciaba a su madre como diciéndole “Gracias”.
La recuperación de Yukon fue lenta pero satisfactoria, con mucha paciencia, pero sobre todo mucho amor, Caitie cumplía el tratamiento para combatir la sarna y lo alimentaba bien para que ganara peso.
Después de unos días, el dulce perrito ya se sentía lo suficientemente bien y fue presentado al resto de los integrantes peludos de la familia de Caitie.
Caitie decidió ponerle un pijama a Yukon para proteger su piel, a las semanas su pelaje comenzó a crecer y su transformación agitó de alegría el corazón de su madre.
Un gesto de amor que cambió su vida para siempre.
Yukon ya está disfrutando de su nuevo hogar y del amor que recibirá de una familia que lo quiere sin condiciones, está muy feliz, hace lo que más le gusta y por sobre todas las cosas ama abrazar a su persona favorita.