El pequeño cachorro era inseparable de una vaca grande que vivía en el granero de su dueño: pasaba todo el día con su madre improvisada, trepándose a su lomo, jugando con su cola e incluso durmiendo boca arriba.
Y la hermosa vaca marrón le devolvió el amor, lamiendo a Rookie hasta dejarlo limpio y acariciando su cuerpo con la nariz para mostrarle un profundo afecto.
Pero ella era propiedad de una pequeña granja con otra vaca, y ambas debían venderse porque eran la principal fuente de ingresos de la familia.
Sin embargo, el dueño reveló que se encariñó mucho con las vacas y que solo podía soportar separarse de una de ellas. Lamentablemente para Rookie, la vaca elegida fue su madre.
Pero al principio la separación duró poco. Un documental muestra la reacción de Rookie cuando un día escucha los llamados de la madre vaca e inmediatamente sabe quién es. Salta calle abajo, con su dueño persiguiéndolo, para finalmente reunirse.
Rookie la encontró en otro granero cercano y el perro sobreexcitado comenzó a aullar, saltar y lamerle la cara, pero lamentablemente el dueño rápidamente lo llevó de regreso a casa y lejos de su madre.
La reunión sólo aumentó la ansiedad y la depresión de Rookie. Deambuló sin rumbo por el antiguo recinto de la vaca, perdió su energía e incluso empezó a rechazar la comida. Sus dueños temían que se consumiera.