Un perro esperó a su mejor amigo durante días con la esperanza de reencontrarse con él sin saber que jamás volvería. El pobre se quedó con el corazón roto porque la vida de su dueño se apagó para siempre.
El animal llamado Buboy vivía en la calle, pero, aunque no tenía un hogar el profesor se ocupaba de él. Durante cuatro años lo alimentó y veló por su bienestar, crearon un vínculo muy especial.
Cada día se encontraban en la universidad, el perro esperaba al profesor Carmelito Marcelo en las afueras de la oficina de la facultad en el Mabalacat City College en Pampanga, Filipinas. Pero un día, el profesor no acudió a la cita que habitualmente tenía con su amada mascota.
Buboy esperó en el mismo lugar al profesor, pero lamentablemente él falleció a causa de un derrame cerebral.
El pobre perro buscaba a su mejor amigo en la entrada del centro educativo, raspaba la puerta, no comprendía por qué no volvía a ver a quien lo alimentaba y le ofrecía todo el amor que necesitaba.
Para todos los estudiantes del centro educativo era desolador encontrar al perro vagando por los lugares en los que estaría el profesor
Según una profesora Kristina Demafelix, el profesor había creado un vínculo tan especial con el perro que incluso aquellos días en los que no tenía ninguna clase programada acudía a la universidad para visitarlo.
Ella relató que el perro, Buboy, fue a la oficina del profesor Marcelo cuando él ingresó de urgencia al hospital. Era como si presintiese que algo le ocurría.
Y no se equivocó, efectivamente el profesor Marcelo fue diagnosticado con un derrame cerebral y lamentablemente no logró sobrevivir a las consecuencias que causó en su organismo.
La profesora se conmovió tanto con el comportamiento del perro que decidió ayudarlo a que pudiera comprender la verdad. A pesar del dolor, era necesario que él pudiera asumir la realidad de que no vería jamás a su fiel amigo.
La profesora Kristina decidió llevar al perro al velorio de Marcelo, así ayudaría al animal a comprender la partida de Buboy y a comenzar el proceso de su duelo por la pérdida que había sufrido. Confiaba en que él podría comprender que no volvería a verlo y le daría un último adiós.
Cuando el perro llegó al funeral su reacción conmovió no solamente a la profesora sino a todos los presentes.
El perro parecía comprenderlo todo, vio a su fiel amigo en el féretro y se despidió de él.
Los miembros de la facultad han querido solidarizarse con Buboy y unir sus esfuerzos para atenderlo entre todos, aunque saben que ninguno podrá reemplazar el amor que le ofrecía el profesor fallecido.
“Toda la escuela está preocupada por Buboy y la facultad se ha convertido en su hogar”, dijo la profesora.
Por suerte, el perro podrá contar con el apoyo de los colegas de su mejor amigo, quienes jamás lo dejarán solo. Ellos se ocuparán de que esté bien alimentado, saludable y sobre todo, feliz.