Las águilas calvas son un pájaro rudo que nunca deja de sorprender.
Ya sea pescar un pez tan grande que tienen que nadar hasta la orilla, traer un gato doméstico al nido o pelear con un coyote por algo de comida. Hagan lo que hagan, parece increíble.
No sé exactamente qué los hace tan intrigantes, pero tengo algunas ideas. Una es que son depredadores asombrosos con una visión cuatro veces mejor que la de un humano. Viven para matar y son muy buenos en eso. Otra es su tamaño y apariencia, son una verdadera belleza, simplemente viven libres.
Esta águila tenía un par de polluelos que alimentar y lo mejor es creer que no los iba a dejar sin alimentar. Los polluelos hacen ruido cuando ven llegar su comida. La madre águila aterriza y deja caer un animal grande justo a sus pies.
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Las águilas pierden el control y empiezan a devorar lo más rápido que pueden.
Mientras continúan tirando, te das cuenta de que ella les trajo… un cervatillo de ciervo.
Parece una locura que un águila se coma ciervos, pero no se puede subestimar a un depredador como este.
Las águilas jóvenes atacan al cervatillo amando cada minuto. Tampoco puedo decir que los culpe, ese sería un ciervo tierno.
Se sabe que las águilas se aprovechan de los cervatillos de los ciervos de vez en cuando, simplemente arrancando uno del costado de su madre y volando hacia el nido. ¿Te imaginas ser un ciervo e incluso tener que mirar el cielo para detectar problemas? Es una vida dura para algunos animales…
Es un mundo donde se come o se deja comer y estas águilas calvas prácticamente lo gobiernan… siempre y cuando puedan volar.