En las horas tranquilas de una madrugada, un pequeño y tembloroso bulto de pelo yacía abandonado al costado del camino; sus gemidos apenas se oían entre el ruido de los autos que pasaban. Era Fedor, un cachorro cuya vida estaba a punto de cambiar para siempre.
En Rusia, alguien vio a un cachorro pequeño y sucio llamado Ferdo dentro de una caja de cartón que era demasiado endeble para protegerlo. Alina, una amable conductora, vio que algo se movía, detuvo su auto y encontró al cachorro llorando a solo unos metros de la caja. El cachorro estaba asustado y confundido, lejos del calor y la seguridad de su madre. Se vio abandonado a su suerte contra el hambre, el frío y la sed.
“Sus ojos estaban llenos de dolor y tristeza”, dijo Alina. No podía pasar de largo. Lo envolvió y rápidamente lo llevó al veterinario.
El veterinario descubrió que Fedor estaba muy sucio, hambriento y asustado. Es posible que otros perros callejeros lo hubieran lastimado y sufría leptospirosis, una infección bacteriana grave que puede ser mortal si no se trata de inmediato. También estaba desnutrido y necesitaba ser alimentado como un recién nacido. Además, estaba cubierto de pulgas y garrapatas, lo que le causaba muchas picaduras y problemas en la piel.
Fedor tuvo que quedarse en la clínica para recibir tratamiento. Alina lo visitaba todos los días, le llevaba comida y pasaba tiempo con él para que no se sintiera tan solo.
Después de dos meses de cuidados y amor, Ferdo ya tenía fuerzas para salir de la clínica. Alina decidió adoptarlo y lo llevó a casa, donde lo esperaba una cómoda cama. Pasó la mayor parte de su primer día durmiendo en su nuevo hogar.
Poco a poco, comenzó a explorar su nuevo lugar, tratando de comprender su entorno. Con su pequeño tamaño y su linda carita, Fedor rápidamente se robó el corazón de todos los que lo rodeaban.
Ahora, Fedor está bien. Tiene un hogar y todo lo que necesita para estar sano y feliz, con un dueño amoroso que nunca lo abandonará.